Tierra de Dioses
Ilde Salher no tenía planeado llegar a la escritura, pero
una buena historia siempre encuentra la manera de salir.
Por Áurea González.
Muchos autores tienen, desde el inicio, una idea clara del camino profesional que buscan construir. Algunos inician su formación desde su juventud, cursando carreras afines a la escritura o al mundo de los libros. Pero existen muchos otros casos donde la escritura se presenta de forma completamente espontánea, como un camino inesperado. Tal es el caso de Ilde Salher.
Originario de Monterrey, y habiendo estudiado la carrera de finanzas, Ilde no buscaba la escritura, pero de cierta manera la escritura lo encontró a él. Desde una inspiradora clase de redacción en la preparatoria, invitaciones a escribir artículos, hasta comentarios sobre cómo sus textos tenían “algo”, que lograba conectar con las personas gracias a su lenguaje divertido y coloquial, pequeñas señales que indican una vocación por narrar historias. La escritura fue algo que siempre estuvo ahí.
Sin un inicio dramático en el mundo de la escritura, Ilde no tenía planeado como tal escribir una novela. En sus palabras fue algo que se dio de manera orgánica, algo que le apetecía hacer sin más, y porque deseaba compartir un mensaje valioso.
“Fue algo muy orgánico, no lo empecé diciendo ‘con esto ya me haré rico y famoso’, no, nada de eso. Fue una historia que me nació contar para alentar a los jóvenes a descubrir todo esto que yo descubrí de manera casual, de una forma un poquito más amena, interesante, no tan académico, más cercano a nuestro contexto”, comenta Ilde sobre cómo inició su proceso de escritura.
Y todo comenzó con un pequeño libro, Leyendas Mayas del Inframundo, regalo de su hermano tras un viaje a Chiapas. Un libro donde se contaban esas historias de antaño, aquellas donde los protagonistas eran dioses caprichosos, brujas y nahuales, historias que provocan cierto miedo, pero también dejan un gran mensaje, además de ser testimonio de la riqueza cultural que tenemos en nuestro país.
“Es triste, que salvo por intereses académicos, sea complicado que los jóvenes se sientan atraídos por estos temas; cómo haces llegar estas buenas leyendas, nuestras historias de una manera actual, moderna, que le interese al público joven”.
Fue así como surgió la inspiración para escribir Tierra de Dioses, una trilogía de fantasía urbana, que tiene como protagonistas a los dioses prehispánicos. El primer libro, Templo Blanco, ambientado en la Ciudad de México, y en las diferentes zonas arqueológicas de México, es un viaje asombroso en el cual los lectores descubrirán, de la mano de sus protagonistas, un mundo mágico y utópico, donde las culturas indígenas están muy presentes.
“Son esas historias que ya nos habían contado, de cierta manera. Aquellas que aparecían en nuestros libros de texto hace años, narradas de una manera actual, moderna, con la intención de que el lector, sobre todo las nuevas generaciones, vean toda esta cultura, todo ese conocimiento que existía en nuestros pueblos originarios. La intención era que vieran que nosotros también tenemos superhéroes, tenemos culturas que presumir, más allá de la azteca y la maya”.
En México existen 72 pueblos originarios, cada uno con una riqueza cultural increíble, desde su lengua, vestimenta, ritos, creencias, cosmovisiones, tradiciones, etc. Toda una diversidad cultural, que por desgracia suele verse opacada por la influencia y el constante bombardeó de contenidos extranjeros, o visiones erróneas de lo que es ser mexicano.
Por ello, historias como Templo Blanco, son tan relevantes hoy en día, ya que no solo funcionan para introducir a los jóvenes a la lectura, sino que abren la posibilidad de acercarlos a temas sociales y culturales de gran relevancia en la actualidad.
“Está pensado para un público juvenil, pero en realidad cualquiera puede disfrutarlo. Los personajes son chicos jóvenes, y tiene mucho de nuestra actualidad, con un poco de perspectiva del futuro. Desde un inicio tuve la intención de no seguir perpetuando esta idea de la persona indígena sumisa, pobre; no, por eso casi todos los personajes de raíces indígenas, son bastante lanzados y están orgullosos de quiénes son. La historia también tiene esta parte de utopía, en el sentido de: ¿qué hubiera pasado si nuestros pueblos originarios hubieran tenido la oportunidad de prosperar, de seguir creciendo?”.
Tras una larga labor de investigación y documentación, leyendo más de 100 libros sobre el tema, realizando visitas a museos y a las zonas arqueológicas, acercarse a personas de la comunidad indígena, pues si bien es un libro de ficción, el autor quería contar con bases antropológicas e históricas, que dieran coherencia a lo que buscaba plasmar, y sustentarán el mundo fantástico que hay dentro de Templo Blanco.
No quería, además, seguir perpetuando ese punto de vista, sesgado y bastante occidentalizado, donde en lugar de ser fieles a la leyenda, se hace una reinterpretación bastante equivocada: “Uno conoce las leyendas, pero no profundizamos, siempre hay un punto de vista muy sesgado. Sé que el tema no puede sonar muy novedoso, hay otros libros que hablan de esto, pero siempre me ha parecido que no salen de los mismos temas, o abordan a los mexicas o mayas, como si no existieran más pueblos, o siempre ponen al dios de la muerte como el malo de la historia, cuando si revisas los mitos, las leyendas, los pueblos antiguos no sentían ningún miedo por él, o no veían a la muerte como algo malo”.
Con una idea clara de lo que quería narrar, así como la reflexión final que buscaba compartir con sus futuros lectores, solo restaba comenzar a dar estructura a las ideas, y ahora sí, comenzar a escribir el primer borrador de lo que sería la historia de Templo Blanco.
“Sí me dio un poco de miedo comenzar a escribir, no estaba seguro de cómo comenzar. La parte de la documentación me encantaba, pero ya plasmar todo lo que tenía en la cabeza, la historia, todo, tenía miedo de echarlo a perder. Pero, la idea de cómo iniciar el libro fue…, bastante divertido y me llegó en el momento menos indicado, es una buena anécdota, totalmente verídica. Me estaba bañando y la frase de inicio llegó: ¡Bum! Salí corriendo del baño, me sequé rápido y corrí a escribir la frase. Y así fue como salieron las primeras palabras, y a partir de ahí, no pude dejar de escribir; necesitaba eso, encontrar esas primeras palabras para que todo comenzará a fluir”, confiesa Ilde entre risas.
“Toda mi vida he hecho cosas que me gustan, trabajos que me gustan, nunca he agarrado un trabajo solo por dinero. Todas las cosas que he hecho han sido siempre porque las quería hacer, porque me llamaban la atención o porque me gustaban. Lo mismo ocurrió con este libro. Me encantó, me encanta; descubrí que me gusta contar historias, descubrí que me gusta estar escribiendo. Había veces que me daban las 3 de la mañana y llegaba mi hermano, y me decía ‘Ya duérmete’, pero no podía, porque quería saber cómo acaba. Es mágico eso, no sé cómo va a acabar y necesito descubrirlo. Cuando estoy haciendo algo y no necesito poner el despertador o no estoy obligado a, sé que estoy haciendo lo correcto”.
El proceso de edición de la novela fue, por otro lado, un tanto más complejo, pero el autor agradece bastante el trabajo y acompañamiento realizado por los editores y correctores, pues como en todo proceso editorial y de escritura, hubo partes del manuscrito que se tuvieron que omitir o dejar para las próximas entregas, pero todo siempre cuidando la coherencia y calidad de la historia.
Estamos a pocos días de que el primer
libro de Tierra de Dioses, Templo
Blanco, esté por fin en manos de los lectores, que hagan suya esta historia
que fue escrita con gran pasión y cariño, y que nos recuerda que hay que ver
hacia adentro. Si bien es válido sentir afición por otras culturas, no podemos
olvidar que en México existen 72 pueblos originarios que enriquecen nuestra diversidad cultural, esperando ser
redescubiertas por nuevas generaciones.
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